jueves, 1 de enero de 2015

ALDOUS HUXLEY ENTRE EL GENIO Y LA DIOSA


     Este generoso relato novelesco de apenas noventa páginas, publicado en 1955, y erróneamente considerado por ciertos lectores —tal vez leído el título y no el contenido— como una novela romántica, comienza con la taxativa afirmación de uno de sus protagonistas, reveladora de la intención satírica de la obra:  «–El problema de la ficción –dijo John Rivers–, es que tiene demasiado sentido. La realidad no tiene ningún sentido». El mismo protagonista, hacia el ecuador de la novela, plantea la siguiente pregunta: «¿Cómo puede alguien tomarse en serio su propia identidad?». Y aquí entramos en cuestiones como la identidad, al más puro estilo Lockiano o posiblemente Kafkiano. Pero lo más curioso del asunto es el modo tremendamente cómico e hilarante con que Huxley decide abordarlo. Nuestro autor nos cuenta un relato de amor, seducción y deseo a través del diálogo mantenido entre dos hombres ya mayores que se erigen en narradores de sus particulares impresiones sobre su relación con el caótico genio Henry Maartens, profesor de física cuántica, y su «diosa-esposa», que aun siendo una simple mortal mantiene la belleza y el temple de las diosas helenas. 
     El estilo narrativo, de constante diálogo, roza el más profundo lirismo, mezclándose, o mejor dicho, fusionándose dos culturas, las ciencias y las humanidades, con gracia, talento y viveza. Podría hasta afirmarse que Huxley llega incluso a dirigir una danza no entre sátiros precisamente, sino entre la relatividad de la física cuántica, las musas, la filosofía y hasta la teología. El profesor, Henry Maartens necesita, desea y ama obsesivamente a su excepcionalmente bella esposa: física y mentalmente. Pero ella, en cambio, lo ama sólo socialmente: es la madre que cría sus hijos, la dulce esposa que plácidamente satisface sus necesidades; en definitiva, la encarnación de una diosa pagana, aunque para el lector y para Huxley sea griega. Y es aquí precisamente donde yace el quid de la cuestión: la falsa moral o, en el mejor de los casos, la moral "im-perfecta" o "in-completa" de las relaciones maritales. Y es ella, la diosa Katy, alma mater e íntima esencia de la diosa griega y la feminidad, que –tras llevarse a la cama al joven y apuesto Rivers– demuestra ser quien únicamente conoce la verdadera realidad, y, de paso, su identidad personal: «Que los muertos entierren a sus muertos. Si quieres vivir el momento tal y como se te presente, tendrás que morir de cuando en cuando». Sabia y utilitaria reflexión. 

Nota Bene: El título, el contexto y la estética del asunto pueden ser fácilmente extrapolables a múltiples casos de parejas a lo largo y ancho de la historia de la humanidad, posiblemente uno de los más representativos sea el del célebre y consagrado novelista americano,  el «Genio-Arthur Miller» con la diva y mítica «diosa-Marylin Monroe». La lista de parejas sería interminable, observen y decidan ustedes, queridas lectoras y lectores, nuevas parejas.

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