domingo, 30 de agosto de 2015

MUY VIEJO MUERE EL CISNE


     After Many a Summer Dies the Swan (1939) comparte algunas de las cualidades de Un mundo feliz, sobre todo, el ingrediente de novela de ideas. Encontramos importantes temas de debate que pueden hacernos comprender porqué tantos lectores necesitan meses para leerla. Pese a ser una novela ambientada en el Hollywood de los magnates y las estrellas de cine, el intenso debate filosófico está servido con asuntos y temas en ocasiones complejos e incluso, me atrevería a firmar que abstractos. La abstracción filosófica es , como sabemos, también uno de los fuertes del ensayo, la novela y la poesía Huxlianos. En esta novela, las ideas sobre lo eterno, la pérdida de la propia identidad, el bien y el mal, así como, sobre todo, el sentido de ser "humanos", son los asuntos y temas vertebrales.  Como suele tenernos acostumbrados, Huxley vuelve a utilizar el argumento sólo como herramienta de transmisión de todas esas ideas para hacer de cada personaje un vehículo o mensajero de su filosofía. 
     Leer esta novela supone un auténtico desafío donde habrá, por todos los medios, que intentar no perderse en su complejo laberinto filosófico. El colofón de la novela —si conseguimos ascender al mismo— es como la llegada a un abrupto, largo, riguroso, zigzagueante y empinado puerto de montaña en bici o a pie, da igual, pero con las neuronas, como las piernas, fundidas. Eso sí, saboreando el final de una trama deliciosa que descubre un truculento y jocoso final con sorpresa incluida. Pero eso lo dejo para el final, sin trampas, no podríamos comprenderlo ni mucho menos disfrutarlo si pretendiésemos acceder a la cumbre en helicóptero, saltándonos el esfuerzo muscular, ventricular y neuronal. La lectura hay que hacerla sin cortes y sin saltos, paso a paso, página a página, y, muy importante, diariamente, de lo contrario no sabríamos qué ruta seguir. 
     Les dejaré una leve pista sobre el camino: incluso cuando una tragedia, como esta, acaba mal —como el propio concepto 'tragedia' indica—, el lector queda hipnotizado por el fragmento final, la coda final, con la sensación de que todo este "sufrimiento" ha merecido la pena. Así es como nos vienen a la mente otros temas no menos escuálidos ni más estúpidos que los de Otelo, La feria de las vanidades o Cumbres borrascosas, por citar sólo tres de una infinita lista. La clave está en el magistral y vibrante tratamiento del tema central, donde se funden todos los asuntos de la novela, muy al final, en la línea de meta. 
     El lector, pese a la catástrofe presenciada en su imaginación, quedará convencido —espero y deseo— de que el mundo seguirá rodando, bien y hacia adelante, ese mundo humano origen del mal, de la perversidad, pero también del bien y de la esperanza. Es evidente que el poder de la literatura es infinito, y que el propósito de la literatura, con piezas como esta, a veces se esconde, como un tesoro, bajo las lumínicas y blancas alas del cisne, aunque se trate del mismo cisne que sedujera y violase a Leda. Por eso, también la literatura puede ser un arma o herramienta muy peligrosa, especialmente cuando va ungida de tanta belleza. Y por eso también, estoy convencido que la gente lee, escribe, estudia, piensa, reflexiona... porque al escribir con delicadeza, sutileza y belleza se crean grandes tragedias, pero también milagros como Muy viejo muere el cisne