sábado, 11 de marzo de 2017

(UNA VISIÓN POSAPOCALÍPTICA DE NUESTRA ERA MODERNA)
     Dos han sido, hasta la fecha, los contratiempos de Mono y esencia: Un mundo feliz y 1984. Un mundo feliz es publicada en febrero de 1932 por la editorial Chatto & Windus  para convertirse en la gran novela de ideas de Huxley que, de paso, le consagra como uno de los referentes intelectuales del siglo XX, con este título confirmado además como la primera distopía literaria de nuestro tiempo. Diecisiete años después aparece 1984, publicada el 8 de junio de 1949 por Secker & Warburg, novela con la que Orwell sella la segunda gran distopía del pasado siglo. Mono y esencia aparece en Harper & Brothers en agosto de 1948. Esta fecha, en pleno telón de acero, con el mundo dividido en dos irreconciliables grandes bloques geopolíticos, es clave para retratar uno de los mayores temores de buena parte de la humanidad en la época, la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial librada con armamento nuclear. el mensaje visionario de Mono y esencia está a día de hoy más vigente que nunca.


     Respecto al enfoque «zoomórfico» de la novela, es importante recordar que, Mono y esencia, sirve de contrapunto a una serie de obras anteriores donde el «simio», como humano degradado, protagoniza interpretaciones racistas de la evolución humana, como es el caso de La teozoología o los simios de Sodoma, publicada por el escritor filonazi austriaco Jörg Lanz Von Liebenfels en 1905, o Los monos de Dios, del escritor inglés Wyndham Lewis, en 1930, donde estos simios son los artistas y escritores del Londres de los años veinte del Grupo de Bloomsbury. El primer enfoque ofrece un delirante tratamiento racista sobre la clasificación de determinados humanos como simios; el segundo, es una sátira y metáfora del Grupo de Bloomsbury; mientras que Mono y esencia es, sin duda, el único mensaje con el debido fundamento para ser tenido en cuenta, como advertencia donde el simio-humano es una distópica metáfora de un posible y siniestro futuro de nuestra especie. En este sentido, Mono y esencia nada en absoluto tiene que ver con estas otras dos obras precedentes. Sí encontramos, en cambio, Mono y esencia, como referente de otras apuestas literarias posteriores, como la célebre novela distópica El señor de las moscas (1954), del premio Nobel William Golding, obra que comparte el asunto de la «posesión demoníaca» con la novela de Huxley. 
     En esta misma línea  —y siguiendo un orden cronológico—, las escenas de la novela donde los simio-humanos dominan a los hombres probablemente hayan valido también de inspiración al filme El planeta de los simios. Asimismo, Mono y esencia muy posiblemente haya también inspirado, con sus abundantes descripciones de música clásica,  otra gran novela distópica de su tiempo, La naranja mecánica (1962), máxime si recordamos que su autor, Anthony Burgess, en su momento confirmase Mono y esencia como una de las mejores novelas en lengua inglesa desde 1939:

         Novelas como Mono y esencia parecen ahora mucho más productos de su tiempo (PosHiroshima), bastante anacrónicas. Pero esta es Huxliana, inteligente, brutal, reflexiva, original, y su línea argumental cautiva nuestra mente … Es una visión nauseabunda de un futuro aún posible … El hombre nuclear ha revertido en el simio.

     Huxley, con esta alegórica fábula moral de nuestro tiempo —ahora más que nunca—, nos recuerda, como en su momento ya advirtiera en su brillante ensayo Adonis and the Alphabet (1956), que «gracias a las palabras hemos podido superar a las bestias; y gracias a las palabras, a menudo nos hemos puesto al nivel de los demonios».


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